Hace días se
celebró la Vigilia Pascual en que conmemoramos la resurrección de Jesucristo.
Es la gran fiesta de la Iglesia. Esta ceremonia está llena de signos. Uno de
ellos es el de la luz. De hecho, la primera parte de la celebración se llama
“Lucernario”, que inicia con la bendición del fuego con el que se enciende el
Cirio Pascual, y luego todas las velas de la concurrencia.
El Papa
Benedicto XVI pronunció una profunda y esclarecedora homilía en torno a esa
luz. Afirmó que la Pascua es
la fiesta de la nueva creación. Así como en el inicio Dios creó la luz, ahora
Jesús es la nueva luz que nunca se apagará: ha resucitado y no morirá de nuevo:
es la Luz del Mundo.
La luz tiene un gran valor: hace posible la vida y el encuentro.
Hace posible la comunicación y el conocimiento, el acceso a la realidad, a la
verdad. Dios ha creado un lugar para el conocimiento y la verdad, para el
encuentro y el amor. Y, haciendo posible el conocimiento, hace posible la libertad
y el progreso. Por tanto, la luz es también una expresión del bien, que es
luminosidad. Por el contrario, el mal se esconde. El ser, que es creado por
Dios, es bueno en sí mismo. El mal, en cambio, no proviene del ser, sino que
existe en virtud de la negación. Es el «no».
Con
la resurrección de Cristo, vuelve a ser un primer día, comienza una creación
totalmente nueva. Por ello la Iglesia ha cambiado el día para honrar al Señor
del sábado al domingo. Jesús, al resucitar del sepulcro, muestra que la vida es
más fuerte que la muerte. El bien es más fuerte que el mal. El amor es más
fuerte que el odio. La verdad es más fuerte que la mentira
Para pensar
Hoy
en día experimentamos un fenómeno, sobre todo en las grandes ciudades: durante
la noche, las poblaciones están iluminadas de manera tan deslumbrante que ya no
pueden verse las estrellas del cielo.
Se
pregunta el Papa: ¿Acaso no es esta una imagen de la problemática de nuestro
ser ilustrado? En las cosas materiales, sabemos y podemos tanto, pero lo que va
más allá de esto, Dios y el bien, ya no lo conseguimos identificar. El peligro
está en que nuestras cosas humanas nos impidan ver más allá de lo sensible y
caminar en este mundo como si no existiese algo más. La oscuridad acerca de
Dios y sus valores son la verdadera amenaza para nuestra existencia y para el
mundo en general, afirma el Papa.
Por
eso la fe, que nos muestra la luz de Dios, es la verdadera iluminación, es una
irrupción de la luz de Dios en nuestro mundo, una apertura de nuestros ojos a
la verdadera luz. Cristo nos viene a sacar de las tinieblas.
Para vivir
Pero,
¿cómo se puede hacer vida esos misterios de Dios sin que se quede sólo en
palabras? El Papa responde: a través de los sacramentos, del bautismo y la
profesión de la fe. El Señor ha construido un puente para nosotros, a través
del cual el nuevo día viene a nosotros. Cristo nos toma de la mano y nos
conduce, nos da luz para ver qué es el bien y qué es el mal: Él es el Camino,
la Verdad y la Vida. A partir de ahora él nos apoyará y así entraremos en la
luz, en la vida verdadera.
Y
así como a partir del Cirio pascual se encienden las demás velas, si somos
portadores de esta luz, a través de la Iglesia llevaremos el resplandor del
rosto de Cristo al mundo alejándolo de las tinieblas. Que así sea.
Que en esta
pascua seamos esa luz que el mundo tanto necesita.
Beatriz Aguilar
García.
Hace días se celebró la Vigilia Pascual en que conmemoramos la resurrección de Jesucristo. Es la gran fiesta de la Iglesia. Esta cer...
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