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El domingo 20 de mayo del 2012 se celebró en nuestra Iglesia Católica la Ascensión del Señor, en nuestro país además  se celebra el día del catequista; y nuestra Arquidiócesis de Tegucigalpa, a través de padre Marlon Díaz, vicario de la catequesis, llevaron a cabo un encuentro arquidiócesano de catequistas, en el pintoresco pueblito de Santa Ana, actividad marcada por el entusiasmo y dinamismo característica propia de los que viven por y para dar a conocer el Reino de Dios.
No quería dejar pasar esta fecha para dirigirme de forma sencilla pero con toda mi admiración, respeto y cariño a todos los y las catequistas, pero especialmente a los y las catequistas de mi querida parroquia Cristo Rey y Santa Cruz.
Dedico este pequeño articulo  a todas aquellas (casi siempre son mujeres…) que dedican su tiempo a la transmisión de la fe a través de la catequesis. Dar catequesis no es impartir un libro, sino hacer visible la fe a aquellos que comienzan a descubrirla. Sean niños, jóvenes o adultos, no importa. El o la Catequista es aquel que introduce en los misterios de la fe a quien tiene sed de la trascendencia.
Son tiempos difíciles, ya lo hemos dicho. Para las catequistas no es una excepción. A las críticas habituales (que si son las argolla del cura, que si cobran por su tarea…) se une hoy el desaliento por una labor de la que cada vez se ven menos frutos. Los sacramentos se han convertido en meros actos sociales y eso hace la tarea más ardua si cabe. Encontrar un niño que siga en postcomunión o un joven que tras confirmarse permanezca en la parroquia es casi una quimera. Además, nadie está dispuesto a dar nada gratis, y esto produce que nadie crea que un catequista realiza su labor por amor al Evangelio y a la Iglesia. En nuestra cultura del ocio, niños y jóvenes tienen cientos de distracciones más entretenidas que la catequesis. Por ello, ir a catequesis se ha convertido en una obligación más, como el colegio, el refuerzo de inglés o de matemáticas.
Son pocos los que buscan a Dios a través de la catequesis. Pocas familias interesadas, pocos niños interesados. Es de cajón. Y sin embargo, allí están ellas. Dejando por un momento a sus familias, sus ocupaciones -o simplemente su descanso- dedican su tiempo y su esfuerzo a poner ladrillos espirituales en el Reino de Dios. Sin importarles las críticas. Tentadas (pero no vencidas) por el desaliento. Incomprendidas muchas veces incluso por las madres que les tendrían que estar agradecidas. Rebanándose los sesos para hacer más atrayentes sus esfuerzos. Me consta que a algunas las catequesis les cuesta incluso dinero de sus bolsillos. Aparte de la formación continua que ellas son conscientes que necesitan y que les quita más tiempo aún

En fin, me quito el sombrero ante todas ellas, ¡Gracias! Y no olviden nunca dos textos fundamentales de la Biblia: Primero, la parábola del sembrador (Mc. 4, 1-9). Todas ustedes siembran en todas partes, que cada uno recoja lo que pueda… Y segundo Cristo nos promete el ciento por uno y la vida eterna (Mc. 10,28-31) … merece la pena arriesgar nuestra vida por Él, que nunca falla…

¡¡¡¡¡¡FELICIDADES CATEQUISTAS, NUESTRA META ES EL CIELO!!!!!!!!!!!!!

Con cariño Beatriz Aguilar García.

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