Cargando...

SINTESIS PARA EL USO PASTORAL DEL MENSAJE PAPAL CUARESMA 2012


El Papa Benedicto XVI inicia su Mensaje cuaresmal de este año invitándonos a renovar la alegría pascual del encuentro con Jesús resucitado, a través de un retomar de manera personal y comunitaria el camino cuaresmal, recorriéndolo con en el ánimo de tomar conciencia sobre el valor de la caridad, como centro de la vida cristiana; iluminados por la Palabra de Dios, fortalecidos en los sacramentos de la fe y bajo un clima de oración, silencio, ayuno y solidaridad.
A continuación, el Papa nos entrega el texto bíblico que ha iluminar nuestro caminar cuaresmal hacia la Pascua: «FIJÉMONOS LOS UNOS EN LOS OTROS PARA ESTÍMULO DE LA CARIDAD Y LAS BUENAS OBRAS» (Hb.10,24).
Y nos explica su significado así:
1.      “Fijémonos”:
Del verbo  griego katanoein: observar bien, mirar conscientemente, darse cuenta de una realidad. Invita a fijar la mirada en el otro, ante todo en Jesús, y a estar atentos los unos a los otros, a no mostrarse extraños, indiferentes a la suerte de los hermanos.
Se trata de rotundo NO a nuestra actitud de indiferencia y desinterés egoísta, encubierto bajo la apariencia del respeto por la «esfera privada».
Al mandarnos Jesús que nos amemos como Él nos ama (Jn. 15,12) nos llama a ser conscientes de nuestra responsabilidad respecto al otro, a su bien, todo su bien: físico, moral y espiritual. Solo bajo  esta mirada fraterna, la solidaridad, la justicia, la misericordia y la compasión, brotarán naturalmente de nuestro corazón.
El Papa Pablo VI decía que el mundo estaba enfermo de la falta de fraternidad. Para él, no solo se trataba del acaparamiento y el despilfarro de los recursos materiales por parte de algunos, sino de una verdadera “falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos”. De ahí, la pérdida del sentido del bien y del mal en la cultura contemporánea.
Ciegos ante el dolor de sus hermanos, muchos le cierran su corazón al optar más bien por la riqueza material y la autocomplacencia, anteponiendo sus propios intereses y preocupaciones a todo lo demás.
De ahí la urgencia de reafirmar con fuerza que el bien existe y vence. Dios es «bueno y hace el bien» (Sal 119,68). El bien es lo que suscita, protege y promueve la vida, la fraternidad y la comunión
El Papa Benedicto XVI nos hace entonces una doble exhortación:
1.      Nunca debemos ser incapaces de «tener misericordia» para con quien sufre. Nuestros propios problemas no deben cerrar nuestro corazón.
2.      Un humilde corazón y la propia experiencia del sufrimiento son la fuente de un despertar interior a la compasión y a la empatía.
Si el Señor llama bienaventurados a los que lloran es porque estos son capaces de salir de sí mismos para conmoverse por el dolor de los demás. De esta actitud brota para los justos la salvación.
Nuestro mundo de hoy nos estimula a interesamos por el bien físico y material del otro…”pero callamos casi por completo respecto a nuestra  responsabilidad espiritual para con los hermanos.” ¡Cuidado con la actitud de aquellos cristianos que, por respeto humano o por simple comodidad, se adecúan a la mentalidad común, en lugar de poner en guardia a sus hermanos acerca de los modos de pensar y de actuar que contradicen la verdad y no siguen el camino del bien!

2. “Los unos en los otros”: La corrección fraterna.
Un llamado del Señor a ser «guardianes» de los demás en el amor y la misericordia, sabiendo que el fin de esta vida terrena es la vida eterna.
Su motor: el amor y la misericordia. Su meta: la eterna salvación.  La corrección fraterna exige de quien la ejerce un profundo espíritu de humildad y de caridad.
Es un caminar juntos hacia la santidad, en medio de un mundo de individualismos. Siempre es necesaria una mirada que ame y corrija, que conozca y reconozca, que discierna y perdone (cf. Lc 22,61).
Contrasta con la mentalidad de quien reduce la vida sólo a lo terrenal y acepta cualquier decisión moral en nombre de la libertad individual.  Choca con sociedades como las actuales, capaces de ser sordas ante los sufrimientos físicos y las exigencias espirituales y morales de la vida.
En la eucaristía, la corrección fraterna su vuelve plena comunión con el otro. Gracias a ella y a través de ella “el otro ahora me pertenece, su vida, su salvación, tienen que ver con mi vida y mi salvación.” Nuestra existencia queda está íntimamente relacionada con la de los demás, tanto en el bien como en el mal; pecado y caridad tienen una inevitable dimensión social.

3. “Para estímulo de la caridad y las buenas obras” (10, 24): caminar juntos en la santidad.
La llamada universal a la santidad nos recuerda la meta de la atención recíproca: animarse mutuamente a un amor efectivo cada vez mayor, hasta nuestro encuentro definitivo con Dio.
¡Cuidado, pues, con la tentación de la tibieza y el sofocar del Espíritu, inutilizando en nosotros los talentos que hemos  recibido para el bien de los demás (cf. Mt 25,25ss). En la vida de fe, quien no avanza, retrocede.
Ante un mundo que exige de los cristianos un testimonio renovado de amor y fidelidad al Señor, todos han de sentir la urgencia de ponerse a competir en la caridad, en el servicio y en las buenas obras (cf. Hb 6,10), especialmente durante este tiempo cuaresmal de  preparación a la Pascua.
Aceptemos, pues, la invitación, siempre actual, de aspirar a un «alto grado de la vida cristiana» (Beato Juan Pablo II) y sigamos el ejemplo de los beatos y santos que en la Iglesia nos animan a desear imitar sus virtudes, siguiendo la consigna de San Pablo: «Que cada cual estime a los otros más que a sí mismo» (Rm 12,10).
 Pbro. Rafael Alvarado.

Clic para comentar 0 comentarios :

Terima kasih atas komentar Anda
Arriba